El concierto opositor se muestra bastante más afinado en su faceta mediática que en el terreno de lo político-partidario. La crítica constante de los grandes grupos mediáticos a cualquier acción de gobierno no tiene límite: todo mal, todo culpa del gobierno, todo es culpa de Néstor Kirchner. Se trata de una estrategia obvia en vista de las barbaridades que producen y de cómo desinforman, que se puede calificar de burda.
Más allá de esta manito muy grande que le dan los medios, los políticos de la oposición manifiestan tan poca capacidad de acción concreta y positiva, tanta dispersión y tan poca consistencia ideológica, que la gente se pregunta legítimamente qué sería de nosotros en sus manos. Van algunos ejemplos:
Macri, que manda a espiar hasta a su familia, a la vez que consolida el andar del peor gobierno de la ciudad de Buenos Aires de los últimos tiempos, no logra disimular semejante mochila ni con la ayuda de toda la corporación mediática. Cleto, transfigura su gran traición al gobierno que lo depositó en la vicepresidencia en “acción ética” según el grupo Clarín, Nación y otros, mientras es acusado de “ameba” y desnudado en sus intenciones por Elisa Carrió, la que quiere ser presidente y todavía no se enteró que sus delirios ni siquiera la hacen merecedora de la defensa de la señora de Noble, con quien coquetea a extremos de lograr ser repudiada por los organismos de derechos humanos. Los radicales ven en Cleto a un presidenciable del palo y se olvidan que primero los traicionó a ellos, entonces ¿Lo ven como un estadista solo comparable a De la Rua?. Por su parte, Pino no logra descender de su inmenso ego, y en su afán de estar a la izquierda de Kirchner le sirve de idiota útil a toda la derecha.
Como decía el general, no es que nosotros seamos muy buenos es que los otros son un desastre.
El gobierno, que sin dudas a cometido errores y los seguirá cometiendo en su hacer cotidiano, tiene en su accionar las mejores respuestas a tamaña conjunción de sectores políticos y de poder económico y mediático en su contra: comienza en el 2003, con el gobierno de Néstor Kirchner, veníamos de la década menemista, del desastre del gobierno de la Alianza (se deberían acordar más seguido los radicales que critican) y del interinato de Duhalde con dos muertos por represión. En medio de este complejo proceso histórico, que devino en la peor crisis que vivió la Argentina, el nuevo gobierno se plantó frente al mundo declarando el default de la deuda, y comenzó la reconstrucción. Se dio un impulso muy grande a la obra pública y se alcanzó un auge importante de la obra privada. El campo vivió su momento de esplendor ayudado por el dólar alto y los buenos precios internacionales. La pelea por las retenciones, las sequías subsiguientes y los derrumbes de precios por la crisis internacional cambiaron este panorama. Cuando los países centrales entraban en crisis por sus desmanejos, acá se exhibía una solidez solamente atribuible a un gobierno que apoyó su estructura en la economía real. En el plano internacional se consolidó la inserción en el MERCOSUR como proyecto estratégico de crecer en conjunto con Latinoamérica, y a su vez integramos el grupo de los 20 países mas influyentes del mundo.
En la etapa de Cristina Fernández de Kirchner se ha sufrido una agresión organizada sin precedentes por parte de la Sociedad Rural, y los grupos mediáticos más importantes y la oposición política al gobierno sirviendo de comparsa. Por mucho menos de lo que le hicieron a Cristina, De la Rua se fue en helicóptero. Este gobierno respondió con más acción: desde sacarle la jubilación a las AFJP y pasarlas al ANSES, la aprobación de la Ley de Medios, siguiendo por la asignación universal por hijo, una fuerte inversión en obra pública y un cuidado por no desproteger a los sectores más necesitados entre otros avances.
Para completar el cuadro de complejidad, los peronistas que son ultra oficialistas para recibir obra pública, a la hora de completar candidaturas a gobernadores, intendentes, diputados y hasta concejales por las listas del Frente para la Victoria, no se muestran tan convencidos de poner la cara y el cuerpo en defensa de un gobierno que es el que los puso en donde están. Entonces, a la abundancia de infamias y críticas que debemos soportar a diario, no vemos el contrapeso de la voz de quienes por estar en el gobierno deberían salir a defender, es más, algunos tratan de despegarse y quedar bien con el enemigo para salvar su pellejo.
Esto en Bahía Blanca se ve, y estoy seguro que en muchos lados es igual. Sólo así, con una base que no responde, que no defiende, que juega a dos puntas, que traiciona se puede explicar la derrota del 28 de junio. Como conclusión se puede decir que además de realizar una excelente labor de gobierno como lo esta haciendo la presidenta Cristina, hay que trabajar y mucho en la reconstrucción de una base propia sólida y confiable desde adentro del Partido Justicialista y con los partidos aliados del Frente para la Victoria.
Uno de los pilares de esa reconstrucción es el Movimiento Evita, que crece en el país como sostén orgánico del gobierno nacional y del proyecto político encarnado en Néstor y Cristina Kirchner.
En Bahía Blanca, donde escasea la defensa del gobierno por parte de los funcionarios oficialistas, el Movimiento Evita recientemente reorganizado ha decidido asumir esa defensa en todos los frentes que sea necesario, así sea en un debate mediático, en las urnas o en la calle, nos van a encontrar defendiendo al que consideramos el mejor gobierno de los últimos 50 años, sin esquivar la critica despiadada de la oposición política y mediática, sin minimizar el apoyo, llamando las cosas por su nombre al pan, pan y a Néstor, Kirchner.
Eduardo Matarazzo
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