Por Emilio Pérsico y Fernando "Chino" Navarro, para Página/12
En realidad fue una matanza; policías salieron a la cacería de pibes sin que haya ninguna prueba de respuesta violenta de los mismos. Una matanza más que no tiene que quedar impune.
Sabemos lo difícil que es para los humildes comprobar las injusticias en las que viven. A la marginación, en ocasiones se agrega la represión como única respuesta del Estado.
Lo que descubre a un sector social que denominamos los Ni Ni, los pibes que ni estudian ni trabajan.
Son los pibes que no conocieron trabajo estable para sus padres, y que aunque el barrio esté mejor, que haya más laburo, que las casitas empiecen a ser de material, todavía hoy no conocen que el trabajo es un derecho.
A esos pibes les declararon la guerra los grupos económicos y los que a veces por acción u omisión hacen seguidismo.
Si les declaran la guerra a ellos nos están declarando la guerra a nosotros, y la van a perder.
Néstor nos decía, y siempre insistía, que los conflictos sociales tienen causas políticas y sociales. La salida represiva lo único que hace es empeorar la situación, separa al Estado de su Pueblo.
La única salida que tenemos es la política. Social, de inclusión, de compromiso, de nosotros.
Queremos contarles dos historias: el día de la matanza, Leo, compañero responsable nacional de la JP Evita, estaba en el barrio de La Cárcova, buscando a las familias desconsoladas, tratando de sacar esa noche a los pibes que la policía había metido en razzias irracionales. Nos llena de orgullo caminar por el barrio y ver el reconocimiento de los vecinos.
Nos llena de orgullo que estos pibes militen todos los días en el profundo conurbano, llevando el bastón de Néstor en sus mochilas, intentando aportar a la resolución de los problemas sociales.
Leo no viene de ese barrio, es de otro barrio, hijo de militantes, consciente de que el único camino para construir un país integrado es meterse donde están los más difíciles problemas sociales y amar como amaba Evita a los humildes, construyendo junto a ellos un camino común.
¿Por qué el Estado no puede mirar a los Leos como una llave para resolver los problemas?
A Pitu lo conocimos cuando tenía 14 años, en Varela, cortando rutas para conseguir comida y planes sociales. Pitu era un líder natural del barrio pero no para transformarlo sino para liderarlo en esa marginación, y Pitu fue cambiando y nosotros fuimos cambiando. Desarrolló las cooperativas de arroyos de la provincia de Buenos Aires, y después el Argentina Trabaja, el PRIS y otros programas que fueron integrando a unos 400 pibes que están construyendo una salida colectiva, que es la única manera de salir de la marginación.
¿Por qué el Estado no puede mirar a los Pitu como parte de la solución y no como parte del problema?
Si no hay solución al problema de los Ni Ni (500 mil pibes del conurbano que ni trabajan ni estudian) va a ser muy difícil que podamos integrar a la Argentina en un proyecto de país.
Hemos avanzado resolviendo los problemas del hambre, ingreso, gran parte del problema del trabajo; nos resta avanzar en mayor estabilidad y plenos derechos laborales, tenemos nuevos desafíos.
Uno de ellos es el de los Ni Ni. Es necesario pensar políticas que tienen que ver con el trabajo, la educación; articularlo con el deporte y la cultura, las redes sociales y organizativas del territorio.
Hay que volver a enamorarlos con la idea de que el cambio empieza en la esquina, la cuadra y el barrio.
Necesitamos que el Estado camine junto a la organización popular. La llave está en los pibes, si el Estado logra incluirlos la victoria es posible.
Buscando justicia para la masacre de José León Suárez es una forma de consolidar esa política y que no suceda nunca más.
Los pibes son los protagonistas.
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